Parece que al cine le gustan las
parejas de hermanos. De hecho, con una de ellos comenzó su andadura: con la
formada por Auguste Marie y Louis Jean Lumière. Y parejas de hermanos aparecen
de tanto en tanto haciendo cine al alimón; algunas además un cine espléndido. No
son las únicas, pero este es el caso de las formadas por los Taviani, los Coen
o los Elkabetz.
Vittorio y Paolo Taviani |
Los Taviani, Vittorio
y Paolo, son a la vez escritores, productores y directores de sus obras. Comenzaron
a filmar, documentales primero y largometrajes después en los inicios
de los 60
y en la actualidad, ya octogenarios, siguen felizmente activos. Su
primer largometraje, Un huomo da bruciare,
(1962), desarrolla el tema de los conflictos obreros desde una perspectiva
marxista. Desde esa misma óptica de cine militante, en la siguiente década realizarían
dos películas más que alcanzaron notoriedad, San Michele aveva un gallo, (1972), a partir de un relato de
Tolstoi que les sirve de pretexto para confrontar marxismo y anarquismo, y Allonsanfan, (1973), que, ambientada en
las guerras napoleónicas, constituye una fábula sobre la derrota de la
revolución.
El
éxito internacional les llegaría de manera abrumadora en 1977 con Padre Padrone, palma de oro en el
Festival de Cannes. Desde entonces sus películas han seguido con frecuencia
cosechando premios (la notte di San
Lorenzo, Premio del Jurado del Festival de Cannes de 1982; Kaos, David de Donatello de la Academia
del Cine Italiano de 1985; Cesar deve
morire, Oso de Oro del Festival de Berlín de 2012…
El suyo es un cine de honda preocupación social, enfocado desde la óptica de una izquierda, militante primero y desengañada de utopías después. Amantes de la literatura a menudo se apoyan en grandes autores pero nunca para ilustrar sus obras. Con frecuencia han partido de sus historias, sí: de Pirandello a Tolstoi, de Bocaccio a Goethe o a Shakespeare, pero no para serles fieles, sino para reinventarlas a partir de sus propias obsesiones.
Con
el cambio de siglo parecen optar por primar la vía de la televisión sobre el
cine Resurreccione, Luisa Sanfelice…), pero sin abandonar
del todo la gran pantalla, adonde vuelven en diferentes ocasiones: Cesar deve morire (2012), una suerte de
documental sobre la experiencia teatral de montar la obra de Shakespeare en una
cárcel y representada por presidiarios; Maraviglioso
Bocaccio, (2015), vuelta al Decamerón desde una visión más serena y menos
provocadora que la de Pasolini, con la que guarda un paralelismo inevitable y,
más recientemente, Una questione privata
(2017), sobre la obra de Beppe Fenoglio, una historia de celos ambientada en el
enfrentamiento entre partisanos y fascistas en la Toscana de 1943 y 1944,
temática sobre la que habían ya reflexionado en la Noche de San Lorenzo, (duro
enfoque de la guerra a partir de un hecho trágico acaecido en el verano de
1944) y que vuelve ahora a ocuparlos y preocuparlos.
Los Taviani, en fin, nos obsequian con un cine de profundidad conceptual y gran belleza visual que responde a su poética personal, la de un mundo propio, inteligente y rico que les revela como dos grandes de la cinematografía universal.
Los Taviani, en fin, nos obsequian con un cine de profundidad conceptual y gran belleza visual que responde a su poética personal, la de un mundo propio, inteligente y rico que les revela como dos grandes de la cinematografía universal.
Por su parte los Coen, Ethan y Joel, directores independientes por antonomasia, son también autores de todas sus películas en el sentido más amplio: guionistas, directores, montadores... Se rodean además de un equipo habitual, tanto de técnicos como de actores que sin duda pertenecen a su particular círculo de amigos y conocidos, ya que los vemos repetir una y otra vez en sus producciones.
Ethan y Joel Coen |
Enamorados del cine de género se pasean por todos los estilos, enmarcando sus historias, como buenos cinéfilos, en uno o en varios clichés consagrados: la road movie: Arizona Baby, (1987); la comedia alocada: Arizona Baby, (1987)); el cine de espías: Quemar después de leer, (Burn after Reading, 2008)); el western: Valor de ley, (True Grit, 2010); pero sobre todo el género negro, sin duda su preferido a juzgar tanto por lo mucho que lo frecuentan, como por el acierto con que lo hacen: Sangre fácil, (Blood Simple, 1984), Muerte entre las flores, (Miller’s Crossing,1990), El hombre que nunca estuvo allí, (The man who wasn’t there, 2001), Fargo,(1996), No es país para viejos, (No Country for Old Men, 2007)…. Y siempre logran resultados auténticamente nuevos.
Su refinamiento narrativo, que a veces
bordea el preciosismo, como en Muerte entre las flores, (1990), la
originalidad de sus movimientos de cámara, la elegancia de los encuadres, el
cuidado exquisito de la fotografía… todo ello confiere a sus obras una pátina
de originalidad y buen hacer.
Y así, los hermanos Coen, creadores
íntegros, con éxito de crítica y de público y contrastado reconocimiento
profesional, no sólo se han labrado por sus propios méritos el título de
renovadores del clásico americano, sino que con su personalísima mirada han logrado
alcanzar un lugar estimable en la historia del cine.
Como su aparición en nuestra cartelera
es bastante reciente, seguramente no vendrán mal algunos datos biográficos. Hijos
de judíos sefarditas procedentes de Marruecos, nacen ambos en Beerseba,(Israel),
ella en 1964 y él en 1972.
Shlomi, el menor, después de aprender arte dramático en Nueva York durante siete años, regresa a su país, donde hasta hoy viene desarrollando una exitosa carrera de actor, director y productor, salpicada ya de premios (Mostra de Venecia, 2004; Festival del Film de Hamburgo, 2004; FIPRESCI de Ankara, 2005; Festival International de Film de Jerusalem, 2008)
Shlomi, el menor, después de aprender arte dramático en Nueva York durante siete años, regresa a su país, donde hasta hoy viene desarrollando una exitosa carrera de actor, director y productor, salpicada ya de premios (Mostra de Venecia, 2004; Festival del Film de Hamburgo, 2004; FIPRESCI de Ankara, 2005; Festival International de Film de Jerusalem, 2008)
Ronit y Shlomi Elkabetz |
Su experiencia en la dirección se
circunscribe a la trilogía realizada con su hermano, con quien comparte también
la tarea de guionista, aportando además su excelente interpretación. El
resultado es tan prometedor que era lógico esperar nuevas creaciones de esta
pareja, pero desgraciadamente un cáncer terminó con la vida de Ronit en abril
de 2016.
Los hermanos confiesan que partieron de datos de su propio medio familiar; la pareja protagonista tiene las mismas profesiones que sus padres y su ambiente es el que corresponde a una comunidad conservadora como aquella en que ambos se criaron. To take a wife, (2004), nos describe la infeliz vida matrimonial de Viviane Amsalem, casada demasiado joven como para saber exactamente por qué; Shiva: 7 Days, (2007), nos cuenta como la muerte de un miembro de la unidad familiar, lleva a Viviane a pasar por la Shiva, los siete días de duelo prescritos por la tradición judía; y Gett: el divorcio de Viviane Amsalem,(2014), el humillante trato al que se ve sometida por el tribunal rabínico que, como marca la ley de su país, sentencia los casos de divorcio. La trilogía constituye una seria denuncia de la situación de la mujer en Israel. Filmada con sobriedad y verdad, impresiona cómo prescinde de todo lo que pueda distraer del relato y cómo consigue cautivarnos en su desnudez.
La prematura muerte de Ronit en 2016
ha truncado el fructífero quehacer de una pareja muy prometedora. Shlomi tendrá
que continuar la tarea sin su hermana, pero seguro que seguirá dándonos
estupendas sorpresas, porque a juzgar por lo visto hasta ahora su cine tiene
mucho que decir.