Que sí, que la
sociedad era muy machista, que la mujer estaba muy arrinconada, pero con ellas parece
que no pudo; se impusieron con su gracia, su fuerza, su belleza, su personalidad,
su genio o con todo esto y mucho más, rebasando fronteras. Hoy, casi olvidadas,
recordemos a algunas de aquellas con las que compartimos raíces y que, de seguir vivas, ya
hubieran superado el siglo.
Ese
ramillete de mujeres cuyas vidas nos viene contando la copla desde los años
treinta: Tani, Triniá, la Lirio, La
Zarzamora, Rocío, Maricruz… nos llegaron tempranamente en las voces de
estupendos artistas, en especial en la voz de Imperio Argentina, (1910-2003) una
de las más grandes.
Con Gardel |
Veinte
películas e infinidad de discos nos ha dejado como enriquecedor testimonio de
su paso por la vida.
Concha Piquer (1906-1990) |
Concha Piquer |
La Piquer, que hasta entonces venía interpretando también canción francesa y americana, se centra a partir de entonces exclusivamente en la copla, alcanzando un éxito arrollador por la maestría y perfección de sus interpretaciones. Realizó además un cierto número de películas, con Benito Perojo, Florián Rey, Luis Marquina, Luis César Amadori en la dirección… aunque su verdadera valía más que como actriz fue sin duda como cantante, reconocida sin discusión como una de las más grandes de la canción española. Se retiró de las tablas en 1958, aunque siguió grabando discos durante varios años más y su leyenda aún no se ha apagado del todo.
María Montez, (1912-1951) |
Más
escondida en los arcanos de nuestra memoria está sin duda María Móntez
(1912-1951), que no fueron duraderos sus triunfos, así que seguramente pocos recuerdan
ya a esta hermosa mujer que Hollywood nos mostrara como ejemplo de belleza
exótica en aquellas peregrinas historias de lujo oriental en cartón piedra, que
fascinaron a grandes y chicos en la postguerra. En ellas experimentó María su breve
pero fulgurante, momento de esplendor.
María
África Gracia Vidal, dominicana, hija de español, se educó en Santa Cruz de
Tenerife. A mediados de los 30 su padre fue nombrado cónsul en Belfast y allí o
quizá antes en Barahona (República Dominicana) donde nació, conocería María a
su primer marido, el banquero William G. McFeeters, con quien estuvo casada durante
siete años. Pronto se trasladaría a Nueva York, iniciando allí una carrera de
modelo que le sirvió de trampolín para el cine. Y en el cine alcanzó una gran
popularidad protagonizando exóticas historias entonces muy de moda. Hollywood
la lanzó como Sherezade y la mantuvo interpretando personajes de ese porte en
infinidad de films de ambientes orientalistas haciendo valer su título de reina del technicolor, como acabaron
llamándola. Y aunque sus últimos trabajos fueran en blanco y negro, ella
mantendría también allí su imagen de diva inalcanzable, con la misma fotogenia
y la misma brillantez que lo hiciera antes en el más colorista y brillante technicolor.
Finalizada
la segunda guerra mundial se trasladaría a Francia con su segundo marido, el
actor francés Jean Pierre Aumont, su partenaire en alguna de sus películas. Y
allí, en Suresnes, moriría, con sólo 39 años, de un ataque al corazón. Pero la
década de los cuarenta difundiría su imagen de diva inalcanzable por todos los rincones
a donde llegara el imperio de Hollywood.
María Félix, (1914-2002) |
Comenzó
su carrera en 1942 con un drama romántico, dirigido por Miguel Zacarías y
titulado El peñón de las ánimas, que
protagonizó con Jorge Negrete, pero su primer título importante será Doña Bárbara, adaptación de una novela
de Rómulo Gallegos que interpretó un año después. Bautizada desde entonces por
su papel como la Doña, inició con
esta historia la representación de una serie de personajes de mujer dura que
contribuyeron a forjar su leyenda de vampiresa. Tres películas con Indio
Fernández internacionalizan su imagen, y a fines de los cuarenta, contratada
por el productor español de cine Cesáreo Gonzalez, comienza en Europa su carrera internacional con la
realización de todo un rosario de films rodados en España, Italia y Argentina.
Vuelve luego a México, pero muerto su tercer marido, Jorge Negrete, en 1953, se
decidió a trabajar de nuevo en Europa, realizando entre otras, a las órdenes de
Jean Renoir, French Can Can. En 1955,
convertida ya en figura mítica del cine mundial regresa definitivamente a
México donde se mantendría profesionalmente activa hasta 1970.
Encarnó como nadie la imagen de mujer altiva y desdeñosa, rebelde al poder del hombre arrogante y dominador; un perfil de belleza inalcanzable y peligrosa, de gran éxito en los años de la postguerra cuando la imagen de vampiresa devoradora de hombres que tanto había gustado en los años veinte volvía a ejercer una enorme fascinación.
Algo más joven debía de ser Carmen Amaya, (1918?-1963) una gitana del desaparecido barrio barcelonés de Somorrostro, zona de barracas donde vivían los desheredados de la fortuna. No se sabe con certeza la fecha de su nacimiento, pero según su biografía, desde los cuatro años actuaba ya como La Capitana, acompañando a su padre, El Chino, que se ganaba la vida tocando en las tabernas. Parece que debutó en el Paralelo allá por el año 1924 y no mucho después en el teatro Palace de París. Allí la vería Benito Perojo, bailando con su tía y su prima y decidiría incluirla en una secuencia de su película La Bodega (1929), donde no representa más de 11 años de edad. Sus primeras críticas son también de entonces, pero su auténtica consagración a escala nacional llegaría en 1935 cuando fue presentada con gran éxito en el teatro Coliseum de Madrid. Y también por entonces empieza a fijarse en ella el mundo del cine, con películas creadas en torno a su figura.
Escena de Los Tarantos (Rovira Beleta, 1963) |
Los
años de la Segunda República coinciden bastante con los de sus primeros éxitos,
cuando comparte escenario con los más famosos artistas españoles del momento:
Concha Piquer, Miguel de Molina, Angelillo, Pastora Imperio, La niña de los
Peines… Meses antes de dejar España, en 1936, rueda María de la O (Francisco Elías) y, al estallar la guerra se
encuentra actuando en Valladolid, con un contrato pendiente en Lisboa. Desde
Lisboa embarca para América y en diciembre está ya bailando en Buenos Aires,
con tan gran éxito que se le abren las puertas para Uruguay, Cuba, México y de
allí, al Carnegie Hall de Nueva York. Luego, Paris, Londres… y, tras once años
girando por el mundo, en 1947 vuelve a España a revalidar sus triunfos en casa.
Vendrían después nuevas giras mundiales hasta 1963, cuando, ya enferma, rodara con
Rovira Beleta Los Tarantos. Morirá ese
mismo año, siendo aún muy joven. La noticia causó verdadera conmoción y los
maestros León y Solano le compusieron una copla muy sentida que todavía resuena
y que decía se murió Carmen Amaya y
España entera lloró…
Su
baile, instintivo, genial, lleno de fuerza, revolucionó el flamenco; las
películas que de ella quedan lo prueban. Artista inimitable, toda temperamento,
alma y pasión dejó una huella imborrable.
Rita Hayworth (1918-1987) |
Margarita
Cansinos, tan internacional, parece que quedara algo más lejos de ese perfil
común. Y su fama, la fama de Rita, así como sus grandes éxitos resuenan aún a
escala mundial. Estadounidense nacida en Nueva York, española por parte de
padre y bailarina por sus cuatro costados: abuelo paterno bailarín, padre
bailarín, madre bailarina… empieza su carrera en el Spanish Ballet de su progenitor, Eduardo Cansinos, con quien desde
los 12 o 14 años de edad forma ya pareja de baile.
Con su padre en el Spanish Ballet |
Margarita Cansinos, la extraordinaria Rita Hayworth, inolvidable actriz, inolvidable bailarina, inolvidable mujer, hermosa y genial, que encarnó ese mito erótico de vampiresa frágil que hoy no nos parece tan dócil ni sometida sino más bien valiente, rebelde, libre y dueña de sí misma. Y nos dio además tantas otras pruebas de su gran talento interpretativo cuando pudo salir de ese estereotipo que el exitazo de Gilda hacía tan difícil abandonar.
Imperio
Argentina, Concha Piquer, María Montez, Carmen Amaya, María Félix, Rita
Hayworth todas ellas nacidas hace un siglo o algo más, todas mujeres irrepetibles,
admiradas y famosas. Todas de raíces hispanas, integrantes de esa koiné que es
la lengua y la cultura nuestra. A su personalidad para
seguir deslumbrándonos y al cine que guarda su arte les debemos el poder continuar
recordándolas y admirándolas a contracorriente de las modas y del tiempo.
Que
sí, que la sociedad era muy machista, pero no pudo con ellas, ni con tantas
otras que supieron remontar escollos y seguir adelante imponiéndose con la
fuerza de su personalidad y su talento.