Lillian
Hellman (1905-1984) y Dashiel Hammett (1894-1961) se conocieron en 1930 y desde
entonces mantuvieron una accidentada relación amorosa que, con grandes
altibajos, duraría hasta la muerte de Hammett en 1961.
Dashiell Hammett ya era famoso en
el momento de su encuentro, Lillian Hellman todavía no. Durante las décadas de
los treinta y cuarenta formarían una brillante pareja a caballo entre el
Hollywood dorado y los bares de moda de Nueva York. Tenían mucho en común,
inquietudes políticas, sociales, literarias; pasarían juntos y distanciados años
de luces y sombras.
Hammett había empezado a beber al parecer a consecuencia de vivencias traumáticas en la primera guerra mundial, así que su adicción al alcohol era ya un hecho cuando ambos se encontraron. Otra huella nefasta que la guerra le dejó fue una tuberculosis pulmonar que arrastraría toda su vida. Todo ello es lo que le habría llevado a principios de los años veinte, tras un agravamiento de su enfermedad, a abandonar su anterior trabajo en la agencia de detectives Pinkerton, separarse de su mujer y sus dos hijas, y empezar una vida solitaria, dedicado a escribir historias relacionadas con las experiencias vividas en sus años de trabajo como detective. Esto sucede en 1922, y en 1928 ya es un escritor famoso, así que las mieles del éxito le llegan bastante pronto, y, saboreándolas está cuando ambos coinciden en una fiesta en la que según cuenta Lillian Hellman acabaron, completamente bebidos en un coche comentando la poesía de Thomas Stern Elliot.
Hammett había empezado a beber al parecer a consecuencia de vivencias traumáticas en la primera guerra mundial, así que su adicción al alcohol era ya un hecho cuando ambos se encontraron. Otra huella nefasta que la guerra le dejó fue una tuberculosis pulmonar que arrastraría toda su vida. Todo ello es lo que le habría llevado a principios de los años veinte, tras un agravamiento de su enfermedad, a abandonar su anterior trabajo en la agencia de detectives Pinkerton, separarse de su mujer y sus dos hijas, y empezar una vida solitaria, dedicado a escribir historias relacionadas con las experiencias vividas en sus años de trabajo como detective. Esto sucede en 1922, y en 1928 ya es un escritor famoso, así que las mieles del éxito le llegan bastante pronto, y, saboreándolas está cuando ambos coinciden en una fiesta en la que según cuenta Lillian Hellman acabaron, completamente bebidos en un coche comentando la poesía de Thomas Stern Elliot.
Así que, cuando coinciden por
primera vez, Hammett ya había publicado tres exitosas novelas, Cosecha roja
(1928), La maldición de los Dain (1929), y El halcón maltés (1930), que le habían
situado como el creador del género negro, una nueva forma de enfocar el
policíaco desde ángulos más acordes con la sociedad del momento. Y, aparte de La llave de cristal (1931) y El hombre
delgado (1934), prácticamente no volvería a publicar nada más de verdadero
interés, así que su carrera literaria se estaba extinguiendo cuando despega la
de Hellman.
La calumnia, 1961 |
Porque Hellman obtiene su primer
éxito como dramaturga en 1934 con The
children hour, una historia de dos maestras acusadas de lesbianismo por una
de sus alumnas, historia que el reputado director William Wellman llevó en dos ocasiones
al cine; la primera, algo cambiada por imperativo de la censura, con el título
de These Three, (Esos tres), en el año 1937, y de nuevo en 1961, esta
vez completamente fiel a la obra de teatro, como The children hour, (La calumnia), con dos espléndidas
protagonistas, Audrey Herpburn y Shirley McLaine.
William Wellman es también quien
adapta a la pantalla otro de sus dramas, Little
foxes, (La loba, 1939), un gran éxito de Bette Davis, ya en la cima de su
carrera.
Humphrey Bogart como Sam Spade |
En cuanto a Hammett, también se
había llevado al cine en diferentes ocasiones su novela El halcón maltés.(en 1931, 1939, 1941) La última versión,
dirigida por John Houston se convirtió en paradigma del cine negro tal como la
novela lo había hecho en la literatura. Y Humphrey Bogart, como Sam Spade, compone
ese individuo inventado por Hammett solitario, desengañado e incorruptible bajo
su gabardina y su sombrero, con tanto acierto, que crea un nuevo icono del cine
mundial.
El alcoholismo de Hammett y su
condición de mujeriego incorregible convertiría en tormentosa la relación de la
pareja, que alternaba períodos de proximidad con otros de alejamiento de modo intermitente.
Les unían en cambio sus ideales políticos. Los dos vivieron con enorme interés
la evolución de la guerra en España y se implicaron de algún modo en ella; Lillian
Hellman sobre todo, tanto de cerca, viniendo a nuestro país como corresponsal
del bando republicano, y colaborando con Hemingway en el guión de The Spanish Earth, (La
tierra Española, Joris Ivens, 1937), como a distancia, apoyando con su
amiga Dorothy Parker iniciativas para recaudar fondos a favor de la República Española.
Lillian Hellamn y Dorothy Parker |
La figura de Dorothy Parker
(1893-1967), fina escritora de cuentos mordaces, aguda y ocurrente, merece también
algún detenimiento. Por cronología pertenece
como Hemingway, Fitzgerald o Dos Passos a esa generación que Gertrud Stein
bautizó como generación perdida, sólo
que formaba parte de los escritores que, como el propio Hammett, no se fueron a
Paris. Ella representa más bien a la joven neoyorkina, moderna, frívola,
ingeniosa, elegante y desprejuiciada; que disfruta de la vida bohemia y
literaria, frecuentando los garitos durante la ley seca y después, y actuando
como alma de las famosas tertulias del Algonquin. Fumadora, bebedora,
independiente, feminista, izquierdista y a la par culta y refinada. Amante del
lujo y de la vida alegre, pero también políticamente comprometida y defensora
de causas nobles. Y además inestable y depresiva. Como a su amiga Lillian Hellman,
su izquierdismo le trajo brevemente a España, lo que a la larga le ocasionaría
problemas cuando el senador McCarthy empezara a buscar rojos entre sus amigos y, aunque la cosa no llegara a mayores, estuvo como tantos otros en su punto de
mira, situación nada tranquilizadora en los Estados Unidos de los años
cincuenta, Alan Rudolph le dedicaría una interesante película en 1994, Mrs. Parker and Vicious Circle (La señora Parker y el Círculo Vicioso), -
Vicious Circle era el nombre que se daba a las tertulias del hotel Algonquin-.
No muy diferente sería el perfil
de Lilian Hellman: asimismo feminista, intelectualmente brillante, y
socialmente comprometida. Ya adelantamos cómo en la década de los treinta
desarrolla un enorme trabajo intelectual sin abandonar sus compromisos
ideológicos. Por su parte Dashiell Hammett desde 1937, en la cumbre de su fama,
se distancia de la literatura para dedicarse más intensamente al activismo
político, y, en cuanto estalla la segunda guerra insiste en alistarse y sorprendentemente
lo consigue, a pesar de su malísima salud y de su avanzada edad para el
servicio activo.
Lillian Hellmann y Dashiel Hammett |
De modo que la pareja, muy comprometida en lo político con la realidad de su
tiempo y muy neoyorquina en lo social, estaba también en lo laboral muy
vinculada a Hollywood, donde se adaptaban sus obras al cine y donde además
también participaban ellos como guionistas en obras propias o ajenas. Todo se
vendría abajo cuando el Comité de Actividades Antiamericanas se ocupara de ambos
y les hiciera centro de sus dardos: seis meses de cárcel para Hammett en 1951 y
el veto como guionista para Hellman en 1952 fueron los resultados.
Afiliados al partido comunista,
simpatizantes o simplemente liberales de izquierda, los años de histeria macarthista
en los Estados Unidos de la guerra fría, les afectarían tanto a ellos como a otros
miles de profesionales, absorbidos en una pesadilla que tardó unos cuantos años
en desvanecerse, lo impregnó todo de miedo y se llevó la presencia de ánimo y
la autoestima de muchos.
Superada la Caza de Brujas, las cosas volverían más o menos a su
ser. Dashiell, cada vez más enfermo, no lograría terminar ningún trabajo
significativo; Lillian, separada ya de él, volvería a su lado para cuidarle
hasta su muerte en 1961.
La figura de Hammett inspiró una original iniciativa de homenaje
al escritor, una película, basada en la novela de Joe Gores, Hammett, producida por Coppola y dirigida
por Win Wenders, El hombre de Chinatown, (1982), con Frederic Forrest, esplendido encarnando al escritor. Las diferencias entre productor y director, más atento el primero
a hacer una película de género y el segundo a ahondar en la figura de un novelista
que le fascinaba, afectaron negativamente al proyecto, pero el resultado en
cualquier caso fue una interesante película, que discurre envuelta en una estética
notable y nos sumerge acertadamente en esos mundos enredados, oscuros y calientes hasta la asfixia de la novelística de Hammett. El argumento sitúa al
escritor en el San Francisco de los años
veinte, alejado ya de la agencia Pinkerton y escribiendo novelas baratas, pero
convertido en protagonista de una historia digna de su pluma para ayudar a un
compañero de sus tiempos de detective a resolver un sucio asunto de chantaje y
pornografía. Y ese juego tan logrado entre realidad y ficción en que la película se mueve atrapa al
espectador.
También sobre la pareja hay una
coproducción angloamericana realizada para televisión en 1999, Dash and Lilly, dirigida por Kathy
Bates, que recrea sin demasiado acierto su turbulenta relación amorosa.
Muerto Hammett, la Hellman continuaría escribiendo y, entre 1969 y 1976 publicaría tres autobiografías: Unfinished woman, Pentimento y Scoundrel Time, a partir de una de las cuales, Pentimento, Fred Zinnemann realiza en 1977 una hermosa película, Julia, con Jane Fonda premiada con un David de Donatello por su trabajo como protagonista, y Vanessa Redgrave y Jason Robards distinguidos con sendos Oscars como secundarios interpretando a Dashiell y Julia. La película se centra en un capítulo de Petimento que narra una dolorosa historia de amistad más o menos veraz: el reencuentro de la escritora con una amiga de infancia en la ciudad de Viena en pleno apogeo del nazismo.
Lillian Hellman seguiría publicando hasta poco antes de su muerte, producida por un ataque cardíaco el 1 de julio de 1984, tras una vida intensa, comprometida e independiente. Había sido dramaturga, periodista, guionista, memorialista, docente en Harvard y Yale y había obtenido reconocimiento social con dos premios prestigiosos, el New York Drama Critics Circle Award y la medalla de oro de la Academy of Arts and Letters for Distinguished Achievement in the Theater. Pero sobre todo había sido coherente consigo misma y siempre fiel a sus ideas.
Muerto Hammett, la Hellman continuaría escribiendo y, entre 1969 y 1976 publicaría tres autobiografías: Unfinished woman, Pentimento y Scoundrel Time, a partir de una de las cuales, Pentimento, Fred Zinnemann realiza en 1977 una hermosa película, Julia, con Jane Fonda premiada con un David de Donatello por su trabajo como protagonista, y Vanessa Redgrave y Jason Robards distinguidos con sendos Oscars como secundarios interpretando a Dashiell y Julia. La película se centra en un capítulo de Petimento que narra una dolorosa historia de amistad más o menos veraz: el reencuentro de la escritora con una amiga de infancia en la ciudad de Viena en pleno apogeo del nazismo.
Lillian Hellman seguiría publicando hasta poco antes de su muerte, producida por un ataque cardíaco el 1 de julio de 1984, tras una vida intensa, comprometida e independiente. Había sido dramaturga, periodista, guionista, memorialista, docente en Harvard y Yale y había obtenido reconocimiento social con dos premios prestigiosos, el New York Drama Critics Circle Award y la medalla de oro de la Academy of Arts and Letters for Distinguished Achievement in the Theater. Pero sobre todo había sido coherente consigo misma y siempre fiel a sus ideas.
Como colofón a la semblanza de
esta pareja, sirva la siguiente anécdota, recogida en algún momento y en algún
lugar perdidos en la memoria: “Unos pocos meses antes de morir
el escritor Dashiell Hammett, Lillian Hellman le comenta: “Nos ha ido muy bien,
¿no crees?”. A lo que Hammet responde: “Muy bien es una expresión excesiva para
mí. ¿Por qué no decimos simplemente que nos ha ido mejor que a la mayoría?”.
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