Duelo al sol y El
olor de la papaya verde: dos películas en torno al amor. El tema no puede ser
más común, pero éstas destacan por la energía con que consiguen expresar la intensidad
del impulso sexual. No son obviamente películas pornográficas, es sólo que la
tensión erótica entre los componentes de la pareja está mostrada con tanta fuerza
que la vehemencia de su deseo lo contagia todo, inunda la escena y arrastra al
espectador implicándole emocionalmente.
Gregory Peck y Jennifer Jones en Duelo al sol, (King Vidor, 1946) |
En
el primer caso se trata de un western del Hollywood de los años cuarenta, Duelo al sol, (Duel of the Sun 1946), realizado por King Vidor, con Jennifer Jones
y Gregory Peck como pareja protagonista; en el otro, de un melodrama vietnamita,
El olor de la papaya verde (1993) de
Trang Anh Hung, la primera de una trilogía que pretende recuperar el Vietnam de
los años infantiles del realizador.
Duelo al sol surge como un regalo que O.
Selznick, el productor de Lo que el
viento se llevó, quiere hacerle a su novia, Jennifer Jones: una película
que supere con la fuerza y la energía de su historia a la mítica Gone with the wind, aquel romántico
melodrama sureño sobre la guerra civil estadounidense, quizá el film más
taquillero del cine en lo que éste lleva de andadura.
Como
es bien sabido Duelo al sol no logró
desbancar aquel éxito anterior, pero sí convertirse en un clásico inolvidable,
una buena película de género, donde lo de menos en realidad fue que se tratara
de un wéstern y lo de más el resultado: un relato exacerbadamente romántico y
pasional con una fuerte carga erótica.
Pero
sí, el argumento se desarrolla en ese entorno del Lejano Oeste. Estamos en el
rancho de un rico hacendado tejano. Una adolescente, Perla Chávez, ha quedado huérfana,
víctima de un crimen pasional. Su padre, ciego de celos, ha matado a su madre
en un rapto de ira, pero ésta, antes de morir, confía su hija a Laura Bell, la
esposa de un poderoso cacique tejano, quien se la lleva a vivir con los suyos a
Pequeña España, una hermosa hacienda que constituye su hogar. Pero no va a ser
una más en la familia; la madre de la joven era una india y los prejuicios
raciales del ganadero y de toda su sociedad impone barreras emocionales
insuperables. La acogerán por la bondad de la mujer del cacique, papel que
Lilian Gish, alejada del cine desde comienzos del sonoro, borda, consiguiendo el
Oscar por esta interpretación.
Jennifer Jones como Perla en Duelo al sol, (King Vidor, 1946) |
Son
años de cambio, en que asoman nuevos tiempos que el ferrocarril anuncia y contra
los que el cacique se rebela a pesar de la postura conciliadora de su hijo
mayor, abogado y hombre tolerante y con visión de futuro. Y en ese paisaje de
fondo, entre personajes más abiertos (la esposa, el hijo mayor) y más
primitivos (el padre, el hijo menor) se superpone, resaltando con fuerza, la
historia de la mestiza. Y todo lo demás empalidece a su lado.
Perla, la intrusa, tiene un carácter fuerte y una gran belleza. Y en ese
entorno en que nada se le rinde se mantendrá siempre a la defensiva. Los hijos
del amo, un par de jóvenes radicalmente distintos, no se gustan entre sí:
moderado el mayor, un hombre cultivado; violento el pequeño, un verdadero salvaje,
el verdadero salvaje en esta historia. Ninguno de los dos es indiferente a la
personalidad de la recién llegada, es más, ambos van a acabar enamorándose de esta atractiva mestiza y ella se va a convertir en el motivo central de sus enfrentamientos más serios
y enconados.
Jennifer Jones y Gregory Peck en Duelo al sol, (King Vidor 1946) |
Ya
no importa demasiado el espesor del medio en que la película se ambienta, ni
tampoco ese enfrentamiento cainita entre los dos hermanos, que a priori parecía
que serían clave en la historia. En realidad el verdadero tema es ese deseo
dominador que va devorando a la pareja de amantes, fatalmente atraídos el uno
por el otro aún a su pesar, y destruyéndolos. Un sentimiento avasallador que se
ha infiltrado en sus almas atropellándolo todo y traspasando fronteras, incluso
aquella irremediable que separa la vida y la muerte.
Lu Man San en El olor de la papaya verde, (Trang Anh Hung, 1993) |
Lu Man San en El olor de la papaya verde, (Trang Anh Hung,1993) |
Tran Nu Yen Ke y Vuong Hoa Hoi en El olor de la papaya verde, (Trang Anh Hung 1993) |
Así,
sin muchas explicaciones vamos viendo crecer entre ellos esa mutua atracción
cada vez más densa y agobiante que percibimos como si se pegase a su piel.
Llega un punto en que él tiene que deshacer sus planes anteriores, romper con
su novia y rendirse a la evidencia de que es Mui todo lo que anhela.
Así
que en realidad no es más que un pequeño melodrama lo que esconde la historia,
pero no importa demasiado, porque no es lo que cuenta; es en el modo en que nos
contagia las sensaciones y en la intensidad con que lo hace donde reside la
fuerza de esta película, delicada y hermosa, cuyas imágenes son a veces tan
poderosas que se fijan insistentes en nuestra retina, desafiando al tiempo con
firmeza.