El lector es una
película sobre el primer encuentro sexual de un adolescente con una mujer, pero
no se queda solo ahí, nos plantea algo más, más oscuro, más inquietante. Un
pasado que no está libre de culpa y que vuelve para mancharlo todo con su
horror. Y lo oscuro y lo culpable lo desata la historia de Hanna, la mujer con
quien el lector ha vivido su despertar sexual.
Kate Winslet y David Frod en El lector (Stephen Daldry, 2008) |
Hay
muchas películas sobre el despertar sexual y si uno se detiene a pensar en ello
en seguida le vendrá alguna a la mente: El
diablo en el cuerpo (Le diable au
corp, Autant Lara, 1947); El graduado,
(The graduate, Mike Nichols, 1967); El soplo en el corazón (Soffio al cuore, Louis Malle, 1971) y La última película (Last Picture Show, Bodganovitch, 1971) son las primeras que me vienen
a la memoria, además de ésta, El lector,
(Der Vorleser, Stephen Daldry, 2008). Todas curiosamente en torno a
experiencias iniciáticas del varón, como si ese momento en la vida de la mujer
y lo que para ella pudiera tener de íntimamente determinante interesara menos.
Claro, enseguida caemos en la cuenta de que, en el caso de la mujer, el tabú de
la virginidad como objeto de valor social ha pesado durante siglos condicionando
el enfoque y entorpeciendo cualquier intento de aproximación al tema desde una intención
más intimista y subjetiva, distinta de la habitual.
Pero
volviendo a la película que nos ocupa y cuyo asunto nuclear parece ser éste, la
perdida de la virginidad de un adolescente, Michael, el lector que da título a
la historia, enseguida vemos que no es sólo esto lo que nos quieren contar,
sino más bien o también la enigmática personalidad de la mujer que le ha
iniciado y mantenido con él una relación abusiva. Y más profundamente el tema
de la culpa.
Esta
es la trama: Alemania, años cincuenta. Hanna ha sido carcelera en un campo de
concentración bajo el nazismo. Cuando nuestro protagonista, un chaval de quince
años y ella, una avanzada treintañera, se encuentran por primera vez, la guerra
ya ha terminado. Ella se gana ahora la vida como cobradora de billetes de autobús,
él es todavía un escolar, que se ha puesto malo al salir del colegio. Ambos
coinciden entonces en la calle, el está descompuesto y ella le socorre. Así es
como se conocen. Meses después, curado de la escarlatina que era el mal que le
aquejaba, el muchacho volverá a casa de Hanna a agradecerle su gesto y de ese
modo empezará una relación íntima que mantendrán en secreto mientras dure.
Hanna es analfabeta, le avergüenza no saber leer y sin embargo le gusta
muchísimo que le lean historias. El será su lector; ella le iniciará en el sexo.
La relación avanza sin que nadie más esté al tanto hasta que un buen día Hanna
ha desaparecido sin dejar rastro. La historia entre ellos se corta bruscamente,
pero lo que Michael, todavía un niño, ha vivido con Hanna, una mujer adulta, le
condicionará a lo largo de toda su vida.
Kate Winslet y David Frod en El lector (Stephen Daldry, 2008) |
Kate Winslet en El lector (Stephen Daldry, 2008) |
Pero
hay otro asunto más; durante el juicio Hanna es acusada por otras celadoras de
haber sido la máxima responsable, y, por ello, la encargada de escribir el
informe sobre lo sucedido. Ella niega, pero cuando el tribunal le pide que
escriba para comparar el informe con su letra, antes de confesar que es
analfabeta, admite haberlo escrito y eso agrava su condena. Hanna no sabe escribir
y a Michael le consta que esto es así, pero calla durante el juicio, ¿por
respetar la decisión de Hanna, por vergüenza? ¿Por qué calla?... Su silencio le
atormentará siempre. Una vez sentenciada y condenada, para ayudarla, Michael comienza
a grabar sus lecturas y a mandárselas a la prisión, donde, a partir de sus
envíos, ella aprende por su cuenta a leer y a escribir. Muchos años después le
conceden la liberación; Michael, atormentado, la espera en la puerta. Esperará
en vano.
La
historia se basa en una novela de Bernhard Schlinke, publicada en Alemania en
1995 y llevada al cine en 2008 por Stephen Daldry con bastante éxito.
Protagonizada por David Kross, y Ralph Fiennes en el papel de Michael
adolescente y adulto respectivamente, y por Kate Winslet, como protagonista
femenina, que ganaría el Óscar por su impactante interpretación de Hanna
Schmitz.
La
película es muchas cosas a la vez: trata de la seducción de un menor, del
aniquilamiento de los judíos, del analfabetismo, de cómo los condicionamientos
externos influyen en nuestras conciencias…, pero es sobre todo una reflexión
sobre la culpa: la culpa de Hanna, la culpa de Michael.
Hanna
ha dejado morir a un grupo de prisioneras cuando era su carcelera y esto, por
mucho que pueda producirnos escalofríos, a ella no le hace sentirse culpable,
en la medida en que el entorno social en que se produjeron los hechos no lo
condenaba. En cambio no puede soportar la vergüenza de admitir que es
analfabeta. Hasta el punto de aceptar una condena mayor con tal de no
confesarlo. Sus años en prisión aprendiendo a leer y a escribir la hacen crecer
y tal vez tomar conciencia de la monstruosidad de lo que hizo y desde luego de
que esta sociedad de su presente sí lo juzga aberrante. Esto seguramente es lo
que determinará su conducta ante la perspectiva de la vida en libertad.
Michael
tiene que rodear de secreto su historia con Hanna, una mujer adulta que no se
ha parado ante el hecho de que él era un niño. Sus vivencias con ella han sido
determinantes en su evolución y con toda probabilidad han condicionado sus
posteriores relaciones amorosas e incluso su actitud frente la vida. Cuando la
vuelve a encontrar se horroriza ante ese pasado tan monstruoso de la mujer, y le espanta la
posibilidad de que alguien pueda asociarle con ella. Sus sentimientos hacia Hanna
en lo más recóndito no han dejado de ser intensos pero son también
desasosegantes y confusos. No es capaz de declarar en el juicio que ella no ha
podido escribir ese informe, pero íntimamente no está muy seguro de por qué no
lo ha hecho. Se avergüenza al reconocerla; no quiere tener nada que ver con ella
y sin embargo no puede romper los lazos que le atan a una mujer a la que niega
y de la que sigue emocionalmente dependiente. Ella es su secreto tan bien
guardado como Hanna guarda el suyo. Y se mortifica sin poder liberarse de su
pasado, condenado a vivir con la culpa instalada entre sus sentimientos y sus
actos.