El perfil del arribista, el individuo capaz de llegar a donde haga falta con tal de lograr su ambición, con frecuencia nos lo ha descrito la literatura y nos lo ha contado el cine, mostrándolo en películas a veces redondas como La heredera, de William Wyler (1949), una verdadera obra maestra, pero también otras muchas de diferentes calidades.
Un trepa es sin duda igualmente Georges Duroy, el Bel Ami de Maupassant. O Tom Ripley, protagonista de tantas novelas de Patricia Higshmith, aunque, en este caso, su condición de psicópata asesino nos haga olvidar este aspecto menos alarmante de su naturaleza, puesto de manifiesto sin embargo en The talented Mr. Ripley, cuando envidiando en lo más hondo a su amigo Dickie Greenleaf acabe con él para suplantarlo y hacerse con todo lo suyo. Ambas novelas han sido adaptadas al cine en distintas ocasiones y en general con bastante acierto.
Sin duda podríamos seguir citando otras más, porque no es difícil encontrar en muchas historias de la narrativa literaria o del cine mundial este tipo de personajes con sus diversos matices.
Insistiendo en ese prototipo, dos películas tratan lo que parece una misma trama con ligeras variantes: Un lugar en el sol (A Place in the Sun, Georges Stevens, 1951) y Match Point, (Woody Allen, 2005). La primera inspirada en Una tragedia americana, una novela de Theodore Dreiser publicada en 1925; la segunda, sin duda inspirada en la primera. Cambian algunos datos biográficos y caracterológicos de los personajes, sus entornos sociales y geográficos… pero el núcleo de la historia permanece claramente reconocible.
Básicamente la trama argumental es la misma: un hombre ambicioso a punto de tocar los cielos, si no fuera porque hay ataduras que se lo impiden.
Liz Taylor y Montgomery Clift en Un lugar en el sol (1951) |
El argumento: estamos en Estados Unidos de América y la trama nos habla de un chico pobre, huérfano de padre y con familia rica. Su tío, un industrial de prestigio, le echa una mano dándole trabajo, pero no le integra en su vida de alta sociedad. Él es un joven guapo, listo y ambicioso, educado en una estricta rigidez moral, contemplando desde su humilde barrera esa vida deslumbrante que le pasa tan cerca, pero le deja fuera. Lleva una existencia anodina en esos arrabales oscuros ayudando a distancia a su madre, estricta puritana, rigurosa y pobre, y moviéndose en un entorno de estrecheces. Se ha echado una novia, una compañera del taller, una chica como tantas, ni guapa ni fea, que le hace los días más llevaderos en su monótono discurrir. Hasta que en su vida se cruza la hija del jefe, su prima, bellísima, personificación de todo lo que desearía poseer. Y ha conseguido enamorarla y enamorarse. Su presente da un vuelco. De pronto todo estaría al alcance de su mano… si no fuera porque su novia, embarazada, recelosa con su cambio de actitud desde que su suerte ha sufrido esa transformación, insiste machacona y apremiante en una boda que derrumbaría todas sus aspiraciones y sus sueños, precisamente ahora que está tan cerca de hacerlos, todos, realidad; ahora que casi los toca.
Liz Taylor en Un lugar en el sol (Georges Stevens, 1951) |
Montgomery Clift en Un lugar en el sol, (1951) |
Sus primeros planos, remando en la oscuridad nocturna de aquel lago, se graban en la retina del espectador con fuerza; no hace falta que nos revele qué hay en su mente; la expresión de su cara lo dice todo. Cierto que era el segundo papel de arribista que interpretaba. Lo había hecho ya con gran tino en La heredera, encarnando al cazafortunas seductor de la niña rica y poco agraciada. Aquí el guionista se lo pone más fácil, cuando la tentación es esa mujer deslumbrante, esa hermosura de prima que surge ante él como una aparición celestial y le mira enamorada.
En fin, el resultado es una historia contada con seriedad y autenticidad, donde incluso la oscuridad sobre los hechos fatales. nunca totalmente despejados, intensifica la verdad de lo narrado.
En Match Point el triángulo lo forman un ex campeón de tenis, apartado por lesiones de la competición y convertido en profesor de niños ricos que le integran en sus vidas; su objeto de seducción, la hermana de uno de sus alumnos y enseguida amigo; y el tercer elemento, una chica guapa que se cruza en su camino atrayéndole con una fuerza arrolladora, sobre todo cuando se hace novia del alumno, ahora futuro cuñado, incorporándose al núcleo familiar de esos hermanos que él cultiva con fortuna en la caza de la rica heredera.
Match Point (Woody Allen, 2005) |
El protagonista de Match Point es un verdadero canalla, golfo y seductor. No presenta la complejidad caracterológica del anterior, un tipo educado en los preceptos de una moral severa, torturado ahora por sus malas tentaciones. No, éste no se tortura; él va a por todas y mientras pueda no renunciará a nada, ni se planteará cuestiones morales de ningún tipo. Claro que aquí la chica guapa no es la niña rica, como en Un lugar en el sol. Aquí los deseos están más fragmentados, pero cuando tenga que elegir entre la pasión erótica y el bienestar económico no tendrá ninguna duda.
Scarlett Johansson y Jonathan Rhys Meyesr en Match Point (2005) |
En esta ocasión Woody Allen cambia su Nueva York por Londres para abordar de nuevo el género policíaco. Y lo hace gradualmente, a partir de un panorama luminoso y aparentemente intrascendente, grato a la comedia, para ir derivando, conforme el asunto se vuelve más turbio, hacia terrenos más propios de una película de Hitchcock. Una historia, por otra parte, envuelta esta vez no en los ligeros y habituales temas de jazz del cine de Allen, sino en cierta solemnidad operística más acorde con la tragedia. Y en la que tanto Jonathan Rhys Meyers, el joven ambicioso, como Scarlett Johansson, la rubia irresistible, están más que brillantes en sus papeles. La película, compleja en su estructura, se complementa con símbolos, metáforas y paradojas alusivas a la historia relatada. Ésta, que comienza con lo que parece un frívolo cambio de pareja, avanza hacia el crimen pasional, magistralmente graduada por su director, que logra culminar en medio de un suspense muy conseguido un thriller de calidad, que bien podemos situar entre las mejores películas de Woody Allen.
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