domingo, 16 de agosto de 2020

Más Highsmith: Las dos caras de enero y Carol

Había aparecido en este blog, allá por sus inicios, Patricia Highsmith, y ya entonces se comentó cómo le cambió la vida que Hitchcock, en aquel lejano 1950 en que ella era una veinteañera prácticamente desconocida, eligiera su novela, la primera y recién publicada, como asunto para una de sus geniales películas.

Aquello fue un golpe de suerte que le allanó muchas dificultades, y que, en palabras de la escritora, le permitió seguir escribiendo y viviendo de escribir, aunque también la encasillara en el thriller donde a priori ella no encuadraba aquella novela suya, Extraños en un tren, que “en mi opinión”, decía, “no era una novela de género sino simplemente una novela con una historia interesante”.

Pero sea como fuere, y con una sola excepción, su segunda obra, que luego se abordará, en adelante sus tramas tratarán de asesinatos y se convertirán en una fuente nada desdeñable a tener en cuenta por el cine negro. Y en efecto mirando hacia atrás es fácil constatar que muchos de sus argumentos han sido llevados a la pantalla, tanto grande como pequeña, en sucesivas ocasiones. Y muy especialmente aquellos que integran la saga de Tom Ripley, su personaje favorito, sobre el que volverá una y otra vez, como con ninguno de sus restantes protagonistas hiciera.

Aunque no solo ella siente especial predilección por este personaje, también sus lectores y desde luego el cine han demostrado sentirlo: Alain Delon, Dennis Hopper, Matt Damon, John Malkovich y Barry Pepper le han dado vida en las diferentes versiones que René Clair (A pleno sol, Plein soleil, 1960), Wim Wenders (El amigo americano, Der Amerikanische Freund, 1977), Anthony Minghella (El talento de Mr. Ripley, The Talented Mr. Ripley, 1999), Liliana Cavani (El juego de Ripley, Ripley's Game, 2002), y Roger Spottiswoods (Mr. Ripley, el regreso, Rypley Under Ground, 2005) nos han venido ofreciendo a lo largo del tiempo acerca de sus fechorías. Y quedan todavía un par de títulos de esta serie por adaptar, por si alguien se ve tentado en volver sobre el personaje y quiere hacerlo con asuntos nuevos.


Matt Damon en El talento de Mr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, Minghella 1999) 

Y es que Ripley, ese tipo complejo, frío, amoral, impenetrable, oscuro y ambiguo; ese individuo hermético y escurridizo, siempre ocultando su verdadero ser, sus inclinaciones y sus afectos, si acaso los tiene, emana un atractivo al parecer irresistible. Sin duda para su creadora, que volvía intermitentemente a narrar nuevas maldades de este psicópata, pero también para sus lectores, y además para aquellos cineastas que, como los citados, insisten en contarnos una y otra vez sus andanzas, contagiados de la fascinación que parece emanar del personaje. El Ripley del francés René Clair, espléndidamente recreado por Alain Delon, fue tan solo el primero en abrir brecha a ese rosario de excelentes reencarnaciones que vendrían después.

Pero es que el cine francés en particular ha sido siempre especialmente receptivo a la novelística de Patricia Highsmith, como lo prueban además de esta película de René Clair las que Claude Autant-Lara, Claude Miller, Jean Pierre Melville o Claude Chabrol realizaran en distintas ocasiones sobre otras novelas de la autora como El cuchillo, Ese dulce mal, Mar de fondo… en la segunda mitad del siglo XX. No está mal para incursionarse en una cinematografía donde tenía que competir en ese género con novelistas de la talla del belga Georges Simenon, tan querido y versionado también por los realizadores franceses.

En lo que va del presente siglo, el cine ha seguido interesándose en sus obras ofreciéndonos nuevas adaptaciones de algunas de sus novelas más conocidas. Además de las ya señaladas que volvieron sobre los pasos de Ripley, la de Liliana Cavani en 2002 y Spottiswoods en 2005, Jamie Thraves vuelve sobre El grito de la lechuza con una adaptación de 2009 que no consigue sin embargo superar a la anterior versión, la de Claude Chabrol de 1987. En 2014 Amini nos ofrece también nueva adaptación de Las dos caras de enero y en 2015 se estrena otra más, la única de sus novelas que no trata de crímenes: Carol.

Viggo Mortensen y Kirsten Dunst en Las dos caras de enero  (The Two Faces of January, ,Amini, 2014)

La nueva adaptación de Las dos caras de enero sí supera ampliamente a la versión anterior, la de Wolfgang Storh y Gabriele Zerhau de 1987, y va a resultar una interesante película. Hossein Amini la realiza en 2014 bajo el mismo título de la novela, título alusivo a Jano, el dios de las dos caras que da nombre al mes de enero.

Y dos caras también muestran los personajes protagonistas, fatalmente enredados en la mentira para ocultar lo más oscuro de su conducta y de su miseria moral. Como siempre el mundo perturbador de Patricia Higshmith es el sustrato de una historia donde los personajes aparentemente normales tratan de esconder su oscuro secreto como medio de escapar al castigo, pero que, cada vez más enredados en sus mentiras, no podrán evitar que, contra sus deseos, éste acabe aflorando y señalándoles en toda su indignidad.

Cuenta esta película con algunos grandes aciertos: el reparto, estupendo ese trío formado por el matrimonio Mcfarland (Viggo Mortensen y Kirsten Duns) y su ocasional guía (Oscar Isaac); la utilización del paisaje, ese escenario griego tan importante en el relato que parece alcanzar la fuerza de un personaje más; la espléndida música del español Alberto Iglesias, compositor brillante, habitual en nuestro cine y con una trayectoria internacional también muy sólida.

Y en 2015 se estrena en cine la versión de otra de sus publicaciones, añadiendo la particularidad de no haberse llevado antes a la pantalla. Y por primera vez además ésta no habla de crímenes. Se trata de Carol, adaptación de la segunda novela de la escritora. La escribiría en 1948 con 27 años y la publicaría en 1952 bajo el seudónimo de Claire Morgan y con título diferente al de su reedición décadas después. El precio de la sal, que fue su primera denominación, nada tiene de novela policíaca. En ella, a partir de una experiencia propia, la novelista cuenta el encuentro y enamoramiento de dos mujeres, tema arriesgado cuando la compuso y editó por primera vez. Tres décadas después, cuando ya Patricia Highsmith juzgara oportuna su reedición con su propio nombre, lo hará así y bajo un nuevo título, Carol, el mismo que llevará su versión cinematográfica.

Cate Blanchett en Carol (Haynes, 2015)

Ésta, adaptación dirigida por Todd Haynes en 2015, rompe en efecto la línea habitual de las historias de Patricia Highsmith, a las que el cine tenía acostumbrados a los espectadores, para ofrecer una historia de amor narrada con naturalidad, elegancia y contenida sensualidad. Situada en el Nueva York de los años cincuenta hace una denuncia delicada, sin caer en lo melodramático, de las trabas sociales que entonces dificultaban la relación entre dos mujeres, componiendo una trama que huye de sensacionalismos y de intenciones panfletarias. Un guión exquisito, unos diálogos inteligentes, desarrollados en medio de silencios que potencian su efecto, nos van conquistando poco a poco hasta que nos dejamos cautivar por el relato.

Película armoniosa, perfectamente ambientada, desarrollada con un ritmo apropiado y contando además con dos excelentes actrices como protagonistas, Cate Blanchett y Rooney Mara, que potencian con su buen hacer los excelentes resultados finales.

Crímenes imaginarios, Cadáveres exquisitos, El diario de Edith, La celda de cristal y El temblor de la falsificación son otras tantas obras de la novelística de Patricia Highsmith adaptadas al cine. De momento, que sin duda directores y productores seguirán recurriendo a sus obras en busca de tramas y argumentos para contarnos con imágenes y recrearnos a su particular modo el inquietante mundo de esta estupenda escritora, americana de origen y europea de vocación, que tanto magnetismo logra infundir a sus historias.


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