domingo, 11 de abril de 2021

Conrad visto por el cine

El universo narrativo de Joseph Conrad posee dos elementos muy atractivos para el cine: la aventura, siempre presente en sus narraciones, que nos permite pasearnos por brillantes escenarios exóticos, y el viaje interior de sus protagonistas, hombres de acción que tanto tienen de su creador.

                                                    Lord Jim (1965) de Richard Brooks


Ucraniano de nacimiento, polaco por educación y genio de la literatura inglesa, Joseph  Conrad, (1857-1924), a veces etiquetado de romántico, y considerado además precursor del modernismo, desarrolló una extraordinaria obra literaria que no ha dejado de entusiasmar. Atraídos por ella, muchos cineastas han tratado desde fechas tempranas, aunque no siempre con éxito, de llevarla a la pantalla. Es notorio el caso de David Lean, obsesionado con el personaje de Nostromo durante décadas y sin lograr conducir a término su trasposición al cine, dejando finalmente tras de sí un prometedor pero inacabado intento.

En realidad, adaptaciones de novelas de Conrad al cine se han venido haciendo desde muy pronto, a pesar de que no es un trabajo fácil de realizar. Con razón dijo Andrew Wadja que era más sencillo rodar una aventura al estilo de las suyas que versionar ninguna de sus narraciones. Y aun con todo se han efectuado numerosas películas a partir de sus relatos. Ya en pleno cine mudo se produjeron las tres siguientes: Victoria, realizada por Maurice Tourneur en 1919, Lord Jim, por Víctor Fleming en 1925, y, Nostromo que con el título de The Silver Treasure rodara Rowland V. Lee en 1926.

En los inicios del sonoro William Wellman volvió a adaptar Victoria, aunque sin mucha fortuna, con el título de Dangerous Paradise (Paraíso peligroso, 1930). Y en 1936 Hitchcock rodaba su novela El agente secreto bajo el nombre de Sabotaje, mientras Marc Allegrét se ocupaba de Under Western Eyes, en una versión con su mismo título, (Sous les yeux de Occidente), y un extraordinario reparto encabezado por Michel Simon, Pierre Fresnay y Jean-Louis Barrault, la crème de la crème de la cinematografía francesa del momento.

Victoria volvería a rodarse en 1940. Esta vez por John Cromwell, quien trasladó el argumento a su momento histórico de plena guerra mundial, intentando convertir un apasionante thriller tropical en un film de propaganda bélica. Y aunque quizá se trate de la mejor de las tres versiones realizadas hasta entonces, hoy está bastante olvidada.

En la década de los cincuenta, el británico Carol Red nos ofreció, contando con un reparto perfecto, Outcast of the Islands, (El desterrado de las islas), una película de gran fuerza visual, ambientada en escenarios de belleza salvaje y con un estupendo estudio de caracteres de personajes movidos por sus instintos más primarios. Probablemente, de todas las películas que sobre sus obras se han hecho, ésta es la que mejor refleja el espíritu de los relatos de Conrad.

En los años sesenta aparecen otras dos adaptaciones interesantes: el Lord Jim (1965) de Richard Brooks, según novela homónima publicada en 1900. Y El aventurero (1967), de Terence Young, película bastante desconocida a pesar de su gran calidad. Ambas contaron con excelentes repartos y la segunda, además, con una espléndida banda sonora de Ennio Morricone.

Lord Jim, como es sabido, narra las aventuras de un oficial de la marina británica (Peter O’Toole) que marcado por un acto de cobardía huye a Sumatra, donde, atormentado por su conducta vergonzosa, tratará de compensar su falta. El aventurero cuenta las vicisitudes en plena Revolución Francesa, de un pirata (Anthony Quinn), perseguido en tierra firme que encuentra refugio en la granja de dos bellas mujeres (Rita Hayworth y Rosana Schiafino) y allí, desdeñando amores, sólo piensa en reflotar su barco para hacerse a la mar.

En la última mitad de los setenta aparecen tres nuevas adaptaciones de sus narraciones.

En 1976, Smuga cienia (La línea de sombra) donde el polaco Andrew Wadja nos cuenta, basándose en un relato autobiográfico de su compatriota, los avatares de unos marineros navegando por el golfo de Siam. Escrito en 1916, Conrad recogía en él sus primeras experiencias como marino.

En 1977, The Duellists (Los duelistas), realizada por Ridley Scott a partir de un cuento que Conrad había publicado setenta años antes, El duelo, sobre un sucedido real. Se trata de un relato obsesionante centrado en el interminable enfrentamiento entre dos soldados durante las guerras napoleónicas. Ópera prima del cineasta, fue muy alabada en su momento por su perfecta ambientación. Contemporánea de Barry Lyndon, que había deslumbrado a los espectadores por su conseguido naturalismo, Ridley Scott confesaba que pretendía lograr la calidad lograda por Kubrick en aquella ocasión.

En 1979, Apocalipse now, gran éxito de Francis Ford Coppola, es versión singular de la novela corta El corazón de las tinieblas, publicada por Conrad en 1899. Originalmente ambientada en África, Coppola traslada el escenario de operaciones a la guerra de Vietnam logrando con ello un resultado impactante. Mítica en su momento, vista con la perspectiva del tiempo, quizá resulte hoy algo confusa y pretenciosa.



No encontramos ningún ejemplo en los años ochenta y en los noventa sólo dos, y no demasiado interesantes: una nueva versión de The Secret agent, (El agente secreto, 1996) a cargo del británico Christopher Hampton y con un buen elenco de actores, y Swept from the Sea (El hombre que vino del mar, 1997) película de la también británica Beeban Kidrom y adaptación de Amy Foster, narración publicada por Conrad en 1903.

Y por último, estrenadas ya en este siglo dos obras que tienen poco en común: Gabrielle y la folie Almayer. 

Gabrielle, realizada en 2005 es adaptación del cuento El regreso, donde Conrad nos relata cómo la traición de su mujer hace que se tambalee el mundo del protagonista, hasta entonces sólido y seguro. Jean, personaje de la alta burguesía parisina se encuentra un buen día al llegar a casa con que su mujer, Gabrielle, ha decidido abandonarle. A partir de aquí, de su sorpresa, su ira y su estupor, la película desarrolla la reflexión de esta pareja sobre su vida de casados.  Escrito de una forma elegante y precisa, Patrice Cherau ha sabido llevarlo al cine sin traicionar su estilo literario y consiguiendo a la vez una obra muy personal.

La folie Almayer (La locura de Almayer), sobre la primera novela que Joseph Conrad escribiera en 1895, (Almayer Folly), es película de 2011 realizada por la belga Chantal Akerman. Esta narración ya había sido objeto en 1972 de una versión realizada para televisión por parte del italiano Vittorio Cottafavi, buen intérprete del mundo de Conrad; Akerman por el contrario hace un cine más acorde con su propia personalidad y Nina, la hija de Almayer, se convierte así, de alguna manera, en reflejo de su propia identidad. Centrada pues más en el personaje de la hija que en la ruina moral del protagonista de la novela, Akerman desplaza la atención hacia la relación tormentosa de padre e hija, incidiendo además en el componente hipnótico que destila el exótico paisaje de la selva malaya.

Hasta aquí, que sepamos, las adaptaciones al cine de la literatura de Conrad; no está mal para tratarse de un autor difícil de versionar.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario