Hay
muchas maneras de acercarse a la realidad. La frivolidad es una de ellas, una
manera divertida que parece inofensiva, aunque pueda contener más eficaces cargas
en profundidad que muchas miradas serias y graves. Pero aun cuando venga por lo
general cargada de crítica social, su ropaje liviano la hace más tolerable. Es
el caso por ejemplo de las comedias de Oscar Wilde que en esencia eran acerados
dardos burlescos sobre su sociedad, pero disparados con la ligereza de una
broma atrevida. O también el de tantas
risueñas sátiras del cine de Lubitsch, siempre azuzando a la corrección
política en el desarrollo de sus historias sofisticadas y desenvueltas, y
deshaciendo con una sonrisa las convenciones sociales.
En
esta línea se mueve La zarina (A Royal Scandal, Preminger, 1945). Y no
es extraño porque aunque Otto Preminger la remató, empezó siendo obra de Ernst Lubitsch
y este cambio en la dirección perjudicó el lanzamiento de la obra, sobre todo
porque Preminger, que tal vez no tuviera un buen recuerdo del doblaje, renegó
de la película. Así, a pesar de su calidad no ha alcanzado la misma difusión
que otras historias de este director y mucho menos de las de Lubitsch, sino que
ha quedado un poquito arrinconada, y cuando por fin se descubre produce gran
sorpresa su general desconocimiento. Porque se trata de una película muy
destacable donde el resultado no se resiente del cambio en la dirección, como
con frecuencia sucede en casos semejantes, sino que el desarrollo de la
historia mantiene su gracia y su solidez, mezcla de las virtudes de cada
cineasta: la ironía de Lubitsch y la pericia de Preminger.
En resumen se trata de una comedia frívola, alegre y pícara, bien realizada e interpretada, con un diseño sobrio de producción que la aleja de la opereta donde fácilmente podría haber caído y, aunque por fortuna no lo hizo, quizá Preminger estuvo tentado a derivar en esa dirección. De hecho, pocos años después realizaría con buenos resultados una versión de El abanico de Lady Windemare (The Fan, 1949) en clave de opereta.
El resultado es una película divertidísima, con momentos hilarantes y un ritmo perfectamente contenido, sin altibajos, que se sigue con placer desde el inicio hasta el final.
Respecto
de Avanti (1972), distribuida en
España bajo el incómodo título de ¿Qué
ocurrió entre mi padre y tu madre?, por cierto copiado del que con el mismo
torpe criterio le impusieron en Italia, es una magnífica comedia de Billy
Wilder digna de figurar entre sus mejores creaciones, pero que
sorprendentemente no ha conseguido un gran reconocimiento. Tal vez se deba al
elemento de humor negro que la historia destila, ya que nos va a contar el
encuentro de una pareja a quienes lo que les acerca es el entierro de sus
padres. O quién sabe qué otra causa ha menguado su éxito. El caso es que en
común con La zarina tiene ese punto
de película algo inmerecidamente esquinada.
El
argumento es el siguiente: Wendell Armbruster, (Jack Lemmon), un alto ejecutivo
estadounidense de mediana edad, tiene que desplazarse al sur de Italia, donde en
un accidente de coche acaba de fallecer su padre, para proceder a repatriar el
cadáver. Apresurado, estresado, malhumorado, lleno de prejuicios y complejos de
superioridad respecto de ese lugar del sur de Europa, llega impaciente y
expeditivo al hotel de Ischia donde regularmente vacacionaba su progenitor y
donde es recibido con extremada cortesía como corresponde a la penosa
situación, y al hecho de tratarse del hijo de un muy buen cliente.
Lo
que él ignora al llegar es que con su padre ha muerto además una mujer que viajaba
a su lado, una inglesa con quien periódicamente este mantenía citas románticas
todos los veranos. Por el contrario, Pamela Pigott (Juliet Mills), la hija de la
difunta, que también ha acudido para afrontar el hecho luctuoso, y con quien
necesariamente Armbruster tendrá que coincidir, sí está al corriente de la
relación amorosa entre ambos. Y, aunque la situación no parece la más adecuada
para la risa, los espectadores asistimos divertidísimos al desarrollo de la
trama, a las diferentes actitudes de la pareja frente a la situación, los
equívocos y malentendidos que se suceden entre ellos, las escenas
comprometidas, la picaresca local, la burocracia italiana, la prepotencia
americana… todo ello adobado con unos diálogos ingeniosos y secuencias extremadamente
hilarantes, que por momentos, hacen de esta película, casi un vodevil, una
comedia romántica.
Porque
ni que decir tiene que los hijos de los amantes, ambos de mediana edad y
aspecto más o menos corriente, algo gruñón él, algo redondita ella, acabarán
repitiendo la historia de sus padres a pesar de la condición de casado del
rígido y severo Wendell Armbruster y de la obsesiva preocupación por su peso de
la atolondrada Pamela Pigott, siempre acomplejada con su estética. Y ello se
produce bajo la brillante luz del Mediterráneo, la belleza del lugar y la
melodiosa música italiana.
Estupendamente interpretada por la pareja protagonista,
justo es señalar además que están arropados por acertados secundarios, en
especial Clive Rivell, perfecto en su papel de director de hotel, comedido e imperturbable
ante las situaciones más catastróficas. Diversión y carcajadas aseguradas en
esta comedia romántica, satírica, frívola, negra, de enredo… que de todo ello
está compuesta esta creación del genial Billy Wilder.
(En este blog, también sobre Billy Wilder: Alfred Hitchcok y Billy Wilder. Y sobre sus películas: Llorar de risa (Con faldas y a lo loco), El muro de Berlín (Un dos, tres), Algunos remakes de obras literarias (Primera plana) Amores de perdición (Perdición)
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