Amor, humor, intriga, momentos de
tensión irrepetibles… de todo hay en las numerosas películas de espionaje que
Hitchcock nos ofreció. También en los entornos que las envuelven hay de todo: escenarios
de callejones estrechos y oscuros o amplias llanuras peladas a pleno sol,
porque no tiene que ceñirse a los cánones acostumbrados, todo le vale a este
genio del cine, único en su capacidad de asombrar, para contarnos sus historias.
Escena de Con la muerte en los talones (North by northwest, 1959 |
La primera que realiza de este género, El hombre que sabía demasiado, (The Man Who Knew Too Much) acumula ya casi todas las claves habituales del maestro:
el amor, (una pareja desgarrada por el rapto del hijo); la intriga, (¿por qué?, ¿qué quieren?); el suspense (la angustia y ansiedad de la búsqueda); el inocente enredado a su pesar (¿por qué yo?, por qué a mí?... En este caso, una inofensiva familia anónima envuelta en una trama de espionaje internacional)…En 1936 realiza La mujer solitaria (Sabotage), basada en la novela de Joseph
Conrad, El agente secreto, donde una
esposa, inquieta con la conducta de su marido empieza a sospechar que éste le
es infiel para luego descubrir que se trata de algo aún peor, algo que afecta a
la seguridad nacional. En realidad lo que él pretende es colocar una bomba en
Londres.
Este es el planteamiento de una trama de impecable realización, que nos mantiene con los nervios a flor de piel a lo largo de toda la proyección, sufriendo sobre todo ansiosamente durante el tiempo, interminable en que un niño, ignorante del peligro, cruza la ciudad, con la bomba lista para estallar, en ese paquete que le han encargado entregar…
La última incursión en el espionaje durante su etapa inglesa, Alarma en el expreso, (The Lady Vanish, 1938) fue un divertidísimo enredo que nos hizo vivir dentro de un tren y por mediación de un variopinto grupo de personajes. Una anciana ha
Sorpresa y tensión en una trama que vista en perspectiva resulta sin duda un precedente de su obra más madura, Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), película que debió de realizar en estado de gracia, porque es con certeza una obra maestra.
Empezando por el acierto en
el reparto, sobre todo en la elección de Cary Grant para el papel del
protagonista; perfecto él en una historia redonda que no podía estar mejor
contada y en la que su estampa, distinguida y elegante, fijaría para siempre el
perfil del agente 007, esa serie que vino después y que seguiría viniendo en
sucesivas entregas hasta hoy, resurgiendo una y otra vez de sus cenizas, siempre respetando la apariencia pulcra y bien
vestida del modelo inicial. Otra vez aquí las constantes del cine de Hitchcock:
intriga, aventura, amor, humor (y de nuevo en el humor, irrepetible Cary Grant)
para un argumento que gira en torno a una figura también muy querida del
director, la del falso culpable.
Cortina rasgada (Torn Curtain, 1966) y Topaz (1969) fueron sus dos últimas incursiones en el género. A pesar de coincidir con un momento de apogeo del cine de espías no alcanzaron las alturas de las anteriores, especialmente la última, cuyo estreno coincidió con un momento de máxima popularidad de Fidel Castro, por lo que el declarado anticomunismo del guión, que se desarrollaba en la Cuba de la revolución, no fue bien recibido por todos. Con respecto a la primera, quizá la elección de Paul Newman, encasillado siempre en papeles de bueno, no resultara el perfil más adecuado para la historia y desde luego su personalidad no parece encajar con la del director como sin duda lo habían hecho las de intérpretes de anteriores generaciones. Newman, como todos los actores del método, insiste en entender las motivaciones del personaje y parece que esto contrariaba bastante al director, constantemente importunado con preguntas al efecto. Tal vez el cine estaba cambiando y el tiempo de Hitchcock quedando irremediablemente atrás, aunque todavía realizaría un par de películas estupendas. O puede que fuera el género de espías el que había variado sus enfoques.
Y
hasta aquí hablábamos de espías funcionando en entornos internacionales y en
temas de seguridad nacional, pero Alfred Hitchcock también trato otro tipo de
espía: el cotilla, el voyer, que no
otra cosa es sin duda su protagonista de La
ventana indiscreta, (Rear Window,
1954) un mirón invirtiendo su forzado tiempo de ocio (que un accidente le ha
inmovilizado temporalmente), en vigilar a sus vecinos y curiosear en sus vidas.
Una estupenda historia que Hitchcock logra recrear maravillosamente en cine a
partir de un cuento de Cornell Woolrich.
Espías,
mirones, ladrones, asesinos o cualquier otra clase de individuos, hasta el ser
más corriente, anónimo y gris; todos le valen a este genio del cine para tejer
a partir de alguna de sus peripecias y sucedidos una historia emocionante.
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