Hoy se trata de
evocar ese tipo de películas que hicieron (y siguen haciendo) nuestras
delicias, aquellos grandes novelones, hermosas epopeyas, o historias en fin
tratadas con un punto de grandiosidad que nos seducen desde el principio y que,
siendo generalmente de larga duración, nunca queremos que terminen, porque nos
sumergimos en ellas sin prisas, encandilados con el arte que sus realizadores
saben infundir a la narración.
Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) |
El
cine acierta muy pronto con este género, que lo hace casi en los principios del
sonoro con Lo que el viento se llevó,
(1939), novelón que en su versión cinematográfica supera las tres horas de
duración. Y esto de la larga duración parece también ser un requisito de casi todas
las que responden a este perfil y desde luego así es al menos en el par de realizaciones
elegidas para comentar: Lawrence de
Arabia (222 minutos) y Titanic
(195 minutos).
Lean y O`Toole en el rodaje de Lawrence de Arabia |
Al
igual que otros grandes éxitos internacionales de los años 60, Lawrence de
Arabia nos resulta particularmente cercana, porque en nuestros lugares se
ambientaron muchas de sus escenas; esos interiores sevillanos rodados en los
reales alcázares, la casa de Pilatos, el palacio de Miguel de Mañara o el hotel
Alfonso XIII; las secuencias en la también sevillana Plaza de España o los
espléndidos paisajes almerienses del Cabo de Gata, resultaron gracias a la
magia del cine un marco perfecto para simular los escenarios por donde se movía
ese estrafalario inglés que fue Thomas Edward Lawrence. Y cuando Lean tuviera
que abordar Doctor Zhivago,
satisfecho de su experiencia anterior, y encontrando aquí también nieve de
sobra, recurriría de nuevo a España para la mayor parte de sus localizaciones.
Pero,
anécdotas aparte, lo importante es la gran calidad de esta película. Brillante
la fotografía, hermosísima la música, soberbias las interpretaciones de los
actores y perfecto el ritmo de la narración, parece una obra al borde de alcanzar la
perfección, y de hecho muchos la señalaron (el American Film Institute, por
ejemplo) como una de las mejores películas de la historia.
Lawrence de
Arabia está
basada en Los siete pilares de la
sabiduría, obra biográfica de Thomas Edward Lawrence donde éste narra sus
experiencias durante la primera guerra mundial. Enviado entonces por su país al
desierto para participar en una campaña de apoyo a los árabes contra Turquía,
Lawrence llevará a cabo su misión a su aire y no siempre en sintonía con sus
superiores.
Lawence de Arabia (David Lean, 1962) |
La
luz en los desnudos parajes del desierto, las interminables arenas, el
misticismo que desprende la figura del protagonista, la prodigiosa banda sonora…
todo envuelve la singular aventura que David Lean nos cuenta con el pulso
adecuado y absoluto acierto, alcanzando tal perfección que nos transporta sin
esfuerzo a ese mundo evocado y, por momentos, casi consigue hipnotizarnos.
Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en Titanic, (Cameron, 1997) |
Otros,
muy otros serán los paisajes en que se mueva Titanic, una romántica historia de amor a bordo del famoso transatlántico
británico en su malhadado viaje. La pareja enamorada la integran seres de
ficción, pero la película los mezcla con personajes reales que existieron y sufrieron
aquel trágico naufragio, haciendo una amalgama de invención y realidad que
funcionó estupendamente en pantalla, a pesar de algunos fallos históricos
espinosos en los que incurrió el guión. El director, James Cameron, fascinado
desde antiguo con la catástrofe del Titanic,
buscó con éxito financiación para llevar su historia al cine, y a pesar de que
en su tiempo fue considerada la producción más costosa realizada hasta el
momento, cosa que haría temblar al proyecto, lograría al fin convertirse también
en la más taquillera. Ganó infinidad de premios y su popularidad rebasó
fronteras llevando a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet a las más altas cotas de
la celebridad; especialmente a ella que era menos conocida, con sólo cuatro
películas aún en su haber. DiCaprio era ya famoso, puesto que llevaba en el
mundo del espectáculo desde su más tierna infancia, aunque esta película
disparó su número de fans a extremos insospechados. En cualquier caso ambos acapararon con Titanic la primerísima
línea del famoseo.
Kate Winslet, James Cameron y Leonardo DiCaprio en los Oscar |
La
película consiguió once premios Oscar. Su preparación fue profunda, exquisita
la reconstrucción histórica, supervisada por decenas de expertos para
reproducir con escrupulosa fidelidad cada detalle, y brillantes los efectos
especiales, que lograron una espectacular recreación del naufragio. Y esta
combinación de conmovedora historia de amor bien contada y despliegue
tecnológico deslumbrante para recrear la tragedia del hundimiento del barco,
envuelto todo con una acertadísima banda musical, excelente fotografía, sabia
interpretación… dio como resultado una obra sobresaliente con cierto sabor a
cine de siempre.
Sería
superfluo volver sobre su argumento, porque raro fue quien en su día no vio
esta película. Y porque, remasterizada en 2012, volvió a reestrenarse, con
abrumador éxito de público, para aquella generación llegada después, para los
pocos que antes se la hubieran perdido y para tantos otros encantados con
reencontrarla y volverla a ver.
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