Hammett y Chandler son sus contemporáneos, pero Cornell Woolrich no alcanzó tanto
reconocimiento como ellos. Fue sin embargo muy leído desde muy pronto y su obra
retrata como ninguna los efectos del crack de 1929, porque está impregnada de
aquella atmósfera que arrastró consigo la depresión. Está también impregnada de
soledad y de pesadillas, de ansiedad y de angustia, de impotencia y desamparo.
Y está escrita en un estilo rápido y directo, que resulta muy visual y muy
cinematográfico.
Thelma Ritter, Grace Kelly y James Steward en La ventana indiscreta (Rear Window, Hitchcock, 1954 |
Grandes directores como Tourneur,
Siodmak, Leisen, Hitchcock, Truffaut, Fassbinder han recurrido a sus relatos
para contarnos una historia potente consiguiendo a veces resultados tan buenos
o mejores que el original; ahí está, por ejemplo La ventana indiscreta, basada en su cuento It had to be Murder, publicado en 1942; Hitchcock, el grande del suspense en el cine, consigue a partir de ella una obra redonda; también Cornell WooIrich, más conocido tal vez
por su seudónimo William Irish, es en su campo, otro gran exponente del suspense, el máximo
seguramente del suspense literario.
Cornell Woolrich |
Quizá no sobre aquí algún apunte sobre su vida: Cornell Woolrich, (1903-1968), hijo de padres separados, vive la mayor parte de su infancia en México con su progenitor y de su adolescencia en Nueva York con su señora madre. “Pelirrojo, endeble, enfermizo… de rostro grisáceo y amargado… parecía demasiado frágil”. Así lo describe Steve Fisher en su novela I Wake Up Screaming, cuando Woolrich aún no ha cumplido los cuarenta años.
Empieza a escribir el año 1926 y en 1929 ya se ha llevado al cine su segunda novela. Ha pasado por Hollywood, se ha casado y divorciado y ha vuelto a Nueva York con mamá. Seguiría escribiendo novelas y cuentos hasta bien iniciada la década de los treinta, narraciones sentimentales y en tono poético, muy influidas por Scott Fitzgerald y de las que más tarde abominaría.
A partir de 1934 hay un cambio
definitivo en su estilo y aparecen sus historias policíacas y de misterio, a menudo ambientadas en el Nueva York de la depresión y a menudo también
extravagantes. Y al finalizar la década pasan del centenar sus relatos, de
crimen y castigo, de suspense y terror, de situaciones insólitas y espantosas,
de carreras contra reloj para evitar lo irreparable...
Escribe tanto que recurre al uso de seudónimos y tiene un éxito tan abrumador que en los años cuarenta, además de las constantes ediciones y reediciones de sus obras, sus relatos figuran a cientos en los Pulp Magazines de entonces como Black Mask, Dime Detective, Detective Fiction Weekly o Argosy. Y algunos de ellos se han dado también por radio. En cuanto al cine en 1950 se han rodado ya al menos 15 películas sobre sus narraciones.
Escribe tanto que recurre al uso de seudónimos y tiene un éxito tan abrumador que en los años cuarenta, además de las constantes ediciones y reediciones de sus obras, sus relatos figuran a cientos en los Pulp Magazines de entonces como Black Mask, Dime Detective, Detective Fiction Weekly o Argosy. Y algunos de ellos se han dado también por radio. En cuanto al cine en 1950 se han rodado ya al menos 15 películas sobre sus narraciones.
Pero en la década de los
cincuenta se registra un bajón en su producción literaria, que sólo retomará
tras la muerte de su madre en 1957. Después se sume en una depresión y, diabético,
alcoholizado e insociable, pasará duramente sus últimos años, años en los que,
aunque sigue escribiendo, sus obras ya no alcanzan la fuerza de antaño, conservando
sin embargo su intensa carga de amargura y dolor.
Barbara Stanwick y John Lund en Mentira Latente ( M. Leisen, 1952) |
Sus relaciones de pareja, escasas y poco duraderas tampoco pudieron rescatarle de la infelicidad y su temor a una posible homosexualidad, entonces tan reprobada, acentuó aún más su rechazo de las relaciones personales, así que taciturno y bastante insociable parece volcar en la botella el escepticismo que los humanos le inspiran.
Sus obras que muchos asocian
con Poe no alcanzan la perfección formal de éste, pero su estilo preciso, seco,
directo y claro atrapa al lector y lo mantiene en vilo, cautivado por la
intensidad y la fuerza que sus tramas destilan; argumentos obsesionantes de
personajes que se mueven en un mundo maligno.
En 1940 lanzó con su primera
novela de suspense, The Bride Wore Black,
su llamada serie negra (The Black Courtain;
The Black Path of Fear; Black alibi; Black
Angel; Rendevous in Black…) que
influyó en el roman noir francés y
que a su vez daría lugar a todas esas películas policíacas del Hollywood de los
cuarenta que los franceses bautizaron como film
noir, denominación que hizo fortuna hasta hoy.
Además de I Had to be murder que Alfred Hitchcock adaptaría como La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) muchas de sus obras se han llevado al cine, algunas en más de una ocasión; este es el caso de Waltz into the Darkness que M. Cristofer titularía como Pecado Original (Original Sin, 2001) y François Truffaut, La sirena del Mississipi en 1969, un par de años después de que versionara La novia vestía de negro (La mariée était en noir), relato que, involuntariamente, acabaría por dar título a todo un género.
Y a veces también algún director ha utilizado más de uno de sus cuentos para formar una película de episodios, como hizo el argentino Carlos Hugo Christensen en 1952 en su film No abras nunca esa puerta.
El hombre leopardo (The Leopard Man, Tourneur, 1943);
La
dama desconocida (Phantom Lady, Siodmak, 1944); La noche tiene mil ojos (Night has a Thousdand Eyes, Hopley 1945); En el nombre del amor (Deadline at Dawn, Harold Clurman, 1946); Ángel negro, (Black Angel, Roy William Neill, 1946), Me casé con un muerto (I
married a dad men, 1948); No
quisiera estar en tus zapatos (Wouldn't Be in Your Shoes (Nigh, 1948); La ventana (The Window, Ted Tettlaff, 1949; Mentira
latente (No Man of her Own, Leisen, 1950); El pendiente (León Klimovsky, 1951); Si muero antes de despertar (Carlos Hugo Christensen, 1952); El ojo de cristal (Antonio Santillán, 1955); Noche de pesadilla (Nightmare, Maxwell Shane 1956) son otras tantas películas que tienen detrás
novelas o cuentos de Woolrich manteniendo el título original del relato. Hay
otras muchas bajo títulos diferentes, pero también basadas en sus narraciones.
Hemos citado ya tres; a título de curiosidad aquí van otras tres: Street of Chance (Hiveli, 1942), basada
en The black courtain; Sette orchidee macchiate di rosso (Lenzi, 1972), en
Rendezvous in black y Martha (Fassbinder, 1974) en Fort the Rest of her Life.
Y están también tres episodios memorables de "Alfred Hitchcock presents", basados en relatos suyos: The big Switch (8-1-1956), Momentum (24-6-1956) o Post Mortem (18-5-1958). Y algún otro de otras series televisivas como "Suspicion", para quien también Hitchcock versionó en 1956 una de sus historias más celebradas, Three O'Clock, titulándola caprichosamente Four O'Clock.
Asi que parece claro que los aficionados al cine negro tienen con este singular escritor de novelas de crímenes una deuda impagable.
Y están también tres episodios memorables de "Alfred Hitchcock presents", basados en relatos suyos: The big Switch (8-1-1956), Momentum (24-6-1956) o Post Mortem (18-5-1958). Y algún otro de otras series televisivas como "Suspicion", para quien también Hitchcock versionó en 1956 una de sus historias más celebradas, Three O'Clock, titulándola caprichosamente Four O'Clock.
El pendiente (Klimovsky, 1951) |
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