Casi contemporáneos,
dos nuevos estilos de hacer cine comienzan a desarrollarse en Gran Bretaña y
Francia a mediados de los cincuenta y a dar sus frutos a lo largo de los años sesenta, dos estilos destinados ambos a hacer
historia: Free
Cinema y Nouvelle Vague.
Aporta
además este movimiento una clara renovación temática, deteniéndose en asuntos
como la homosexualidad y la emancipación femenina, (Un sabor a miel -Taste of
Honey-, Richardson, 1961), la
enfermedad mental, (Morgan, un caso
cínico -Morgan. A Suitable Case for
Treatment- Reisz, 1966), los
cambios en las conductas sexuales, (Esa clase de amor
-A Kind of Loving- Schlesinger, 1962), la alienación laboral (Saturday night, Sunday morning, Reisz, 1960) asuntos difíciles de abordar por las películas hasta aquel momento.
Es
un cine de denuncia, que pretende expresarse libre de toda coacción moral y política del
pensamiento entonces dominante para desarrollar
un claro inconformismo social, de crítica de los valores burgueses establecidos,
que tendrá su continuación, cuando decaiga, en las películas de Ken Loach o Mike Leigh.
También
se quiere libre de toda coacción formal, funcionando independiente de las
estructuras en las que tradicionalmente se movía la realización de películas, y
por ello se desarrollará al margen de los estudios, rodando en la calle, con
pequeños equipos que permiten acercarse al ciudadano anónimo y filmar su
cotidianidad como si de un documental se tratara.
Cosechó
un buen número de películas interesantes, y entre las más emblemáticas: Saturday nigth, Sunday morning (Reisz,
1960), que refleja la insatisfacción de un obrero sin otra posible aspiración
que divertirse los fines de semana; La
soledad del corredor de fondo (Richardson, 1962), narración sobre las experiencias
de un individuo en un reformatorio; o If (Anderson, 1969), que cuenta la
rebelión de un grupo de alumnos en un internado, resultando una ácida y
violenta crítica de estos centros escolares y por extensión de la sociedad
británica en su conjunto.
Sin
pertenecer al grupo, pero respondiendo bastante a sus presupuestos formales,
son de destacar cuatro excelentes películas que por las mismas fechas, el norteamericano Joseph Losey
realiza en el Reino Unido cuando, perseguido por el Comité de Actividades
Norteamericanas y huyendo de los Estados Unidos, se establece en Gran Bretaña.
Se trata de Eva (1962), El sirviente (1963), Accidente (1967), y El mensajero (1971).
Dick Bogarde y James Fox en El sirviente (Losey, 1963) |
También
Blow Up, (1966) película que
Antonioni lleva a cabo en coproducción italobritánica y con protagonistas ingleses
(Vanesa Redgrave y David Hemmings) sobre un cuento de Julio Cortázar, responde
totalmente a las características de este movimiento.
Y,
con un estilo espontáneo y desenfadado en la crítica de costumbres e
instituciones inglesas, cabe citar también al norteamericano afincado en Gran
Bretaña Richard Lester, que realiza con los Beatles en el Reino Unido, Qué noche la de aquel día (1965), película cercana al free cinema en su estética, aunque no en su tono, divertido y
humorístico, que tendría su continuación en otras producciones de grupos de
rock europeos.
Por
su parte, la nouvelle vague se gesta
en las páginas de algunas revistas cinematográficas francesas, Cahiers de Cinema sobre todo, donde una serie de críticos, que
también ejercen de guionistas deciden dar el salto a la dirección. Truffaut,
Godard, Rohmer y Chabrol se encuentran entre ellos. Son verdaderos cinéfilos,
han teorizado mucho sobre el cine y son adictos a cineclubs a los que asisten
con regularidad y a veces los crean y dirigen. Por otro lado, la presencia de André
Malraux al frente del Ministerio de Cultura desde 1958 va a impulsar en Francia una
legislación proteccionista que les será muy favorable en su desarrollo. Como
movimiento estos realizadores empiezan a tomar forma ese mismo año y al siguiente se estrenan Los 400 golpes (Les 400 coups) película
que puede considerarse como fundacional del grupo: la nouvelle vague.
Los 400 golpes, (Les 400 coups, Truffaut, 1959) |
El
término que les define es acuñado en una encuesta sobre la juventud francesa
realizada en 1957, y pronto hará fortuna para nombrarlos a ellos, un puñado de jóvenes
que defienden una nueva manera de hacer cine. Se trata de un cine realista,
donde el director es autor indiscutible. Rodajes baratos, iluminación natural,
espontaneidad, libertad narrativa… son los rasgos inequívocos de esta corriente
que parece contar las historias de una manera más fresca y cercana al
espectador.
Al
igual que el free cinema, está
surgiendo en un contexto de crisis del sector, ya que la televisión le está
quitando espectadores al cine de forma alarmante. Además, las cinematografías
nacionales tienen muy difícil rivalizar con la industria que viene de Hollywood.
Van a contar por ello con el respaldo oficial; del Instituto Británico del Cine,
el primero, del Ministerio de Cultura francés, el segundo. Asimismo, en su afán
de resultar más auténticos y convincentes en sus historias, ambos rechazan los decorados
y escenografías de estudio y recurren al manejo de pequeños equipos que
permiten rodar cámara al hombro en escenarios naturales, al tiempo que el uso del
magnetófono potencia el sonido directo; procedimientos todos ellos que abaratan
la producción. Se inclinan además por la fotografía en blanco y negro aplicando
nuevas técnicas que logran esplendidos matices en los interiores.
Jean Paul Belmondo y Jean Seberg en Al final de la escapada (À bout de souffle, Godard, 1960) |
Con Los 400 golpes À bout de souffle (Godard, 1960) es la
otra película emblemática de la nouvelle
vague y la que mejor responde a esta nueva estética. Si Los 400 golpes estrena esa manera de
filmar casi como si se tratara de un documental y lo hace con una desenvoltura
narrativa que parece contar la historia libre de prejuicios y corsés morales, À bout de souffle consigue ir aún más
lejos en la forma de acercarse a los personajes y desentenderse de sus
conductas. Un aire de libertad parece soplar sobre cada escena; todo es fresco
y ligero, casi como improvisado capricho en el relato.
Al final de la escapada
(que así se llamó en España aunque la traducción literal del título original, Sin aliento, respondería mejor a su contenido) es sin duda la película clave de este movimiento de directores que
compartieron otra forma peculiar de entender el cine; amigos muchos de ellos,
jóvenes todos y en rebeldía con gran parte de los cineastas franceses
consagrados. Película clave porque
contiene ya muchas de las constantes de este estilo y además porque de alguna
manera reúne a parte de los más destacados componentes del grupo: Godard la
dirige; Godard y Truffaut la escriben,
Chabrol ejerce como operador de cámara, Melville y el propio Godard hacen cameos
en el film, Rohmer está influyendo con sus opiniones en el rodaje... pero sobre
todo porque no hay película que mejor defina lo que significó este movimiento
de renovación generacional, también.
Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962) |
En resumen, tanto el free cinema como la nouvelle vague son dos estilos paralelos de innovación cinematográfica con muchas características comunes y cuyo resultado es el surgimiento de un nuevo lenguaje que enriquece al cine, añadiendo otra manera de percibir la realidad; nuevas técnicas, otra estética, otras miradas y formas de decir e incluso otra moral, que aportan su granito de arena en el devenir de la realización cinematográfica.